fig. 1
fig. 2
fig. 2
fig. 3
fig. 4
Impresiona verla, a pesar de su sencilla presencia. Por vez primera estamos frente a una planta viva de la Edad de Hielo. Hace 30.000 años, en el último período glaciar, una ardilla que vivía en la tundra ártica (fig. 1) guardó en su madriguera unas semillas. Estas se congelaron y han estado todo ese tiempo sin descongelarse jamás. Ahora un equipo de científicos rusos ha logrado “revivir” una planta con flores a partir de esas semillas congeladas, que fueron halladas cerca del río Kolyma (fig. 2), en el noreste de Siberia.
Impresiona verla, a pesar de su sencilla presencia. Por vez primera estamos frente a una planta viva de la Edad de Hielo. Hace 30.000 años, en el último período glaciar, una ardilla que vivía en la tundra ártica (fig. 1) guardó en su madriguera unas semillas. Estas se congelaron y han estado todo ese tiempo sin descongelarse jamás. Ahora un equipo de científicos rusos ha logrado “revivir” una planta con flores a partir de esas semillas congeladas, que fueron halladas cerca del río Kolyma (fig. 2), en el noreste de Siberia.
La planta “resucitada” es la Silene stenophylla y es la más antigua que jamás se ha devuelto a la vida. Es muy similar a la versión moderna que sigue creciendo actualmente en Siberia. Los científicos, dirigidos por David Gilichinsky(fig.3), del Instituto de Biofísica Celular de la Academia Rusa de Ciencia, recuperaron las semillas tras examinar decenas de madrigueras fosilizadas de ardilla ocultas bajo sedimentos del Pleistoceno, a unos 38 metros de profundidad en el suelo permanentemente helado (permafrost) de la tundra.
Los sedimentos, de 30.000 años de antigüedad aproximadamente, estaban firmemente cimentados y a menudo cubiertos completamente de hielo, lo que hacía imposible la filtración de agua, creando una cámara natural de congelación completamente aislada de la superficie. Al parecer, las ardillas cavaron la tierra congelada para construir sus madrigueras, que tienen el tamaño de una pelota de fútbol, colocando paja y pelo para crear una cámara estanca de almacenamiento.
La planta del Pleistoceno (fig. 4) fue regenerada a partir de tejidos madre excepcionalmente conservados de dichas semillas (fig. 4 recuadro), utilizando las técnicas de cultivo in vitro y micropropagación clonal. Las semillas crecieron, dieron flores blancas un año más tarde y hasta proporcionaron nuevas semillas fértiles.
Este experimento pionero abre un camino fascinante, como es la posibilidad de devolver a la vida otras plantas e incluso animales de la Edad de Hielo, cuyos restos biológicos se encuentran congelados bajo tierra, excepcionalmente conservados, desde largos períodos de tiempo en las regiones más frías del Planeta.
Es un hallazgo fascinante. Los Homo sapiens podemos hacer lo mismo: enterrar nuestras células en el hielo para que alguien nos resucite en el futuro, ahora que estamos a punto de desaparecer por, entre otras cosas, dedicar tanto esfuerzo a resucitar especies extintas y tan poco a conservar las vivas.
ResponderEliminarYa sé que todo es mucho más complejo que esa regla de tres, pero es notable lo que nos seducen las novedades... hasta que dejan de serlo.
Veamos cuánto tiempo pasa hasta que la Silene Astenophylla sea olvidada y vuelva a la nada, o se propague incontroladamente.
Buen artículo.
Un saludo.