miércoles, 28 de marzo de 2012

Logran ver detrás de las paredes

fig. 1

fig. 2

fig. 3

fig. 4


Andreas Velten y Rasmeh Raskar (fig. 1) son dos investigadores de reconocido renombre internacional, que trabajan en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos. Hace unos meses saltaban a la actualidad informativa por un espectacular desarrollo tecnológico (ver en este blog una información de enero pasado), que ha permitido la visualización de la trayectoria de un rayo de luz atravesando objetos. Pues, Velten y Raskar vuelven nuevamente a sorprendernos con otra maravilla tecnológica.

En esta ocasión se trata de una cámara capaz de hacer algo que resulta difícil de imaginar, como es “ver” objetos a través de paredes o puertas, es decir, que se encuentran ocultos a la vista. . El invento nada tiene que ver con los rayos X o la radiación infrarroja, que sí logran traspasar los objetos opacos. La cámara, en realidad, funciona en el rango de la luz visible. La pregunta es obvia ¿cómo es posible que un rayo de luz sea capaz de atravesar una pared? Esta extraordinaria facultad se la proporciona un láser muy especial, que en la jerga científica se conoce como “láser femtosegundo”.

Un láser normal, por ejemplo como los que se utilizan en las discotecas, emiten un haz de luz dirigida de manera constante. Bien, pues los investigadores han conseguido domesticar aún más esa radiación, de manera que pueda emitirse no sólo de manera continua, sino también en forma de “paquetitos”. El resultado es un láser que dispara luz de forma intermitente, con una cierta frecuencia, como una ametralladora. Esto es lo que se conoce como láseres pulsados, en los que cada emisión de luz es un pulso. Un láser de femtosegundo es un láser pulsado ultrarrápido.

Es preciso hacer otro esfuerzo de imaginación. Un segundo sabemos lo que representa. Bueno, pues un segundo es una eternidad en el mundo de los láseres ultrarrápidos, que emiten pulsos de luz tan increíblemente breves que su duración se mide en femtosegundos (0,000000000000001 segundos). Los cronómetros que se utilizan para computar a los velocistas de las olimpiadas a lo más que llegan es a medir milésimas (0,001segundos).

Utilizando un láser de femtosegundo, los investigadores del MIT han sido capaces de crear una cámara que puede ver objetos ocultos a la vista (fig. 2), que se encuentra fuera de su campo de visión, como, por ejemplo, un muñeco de madera situado dentro de una habitación.

El ingenio dispara pulsos de luz láser hacia esa dirección (fig. 3). La luz se refleja en la puerta de la habitación, alcanza el muñeco, rebota y regresa de vuelta, lo que permite al detector tomar mediciones cada pocos femtosegundos. Las imágenes tridimensionales conseguidas son, por el momento, borrosas, como si fueran un reflejo espectral, pero fácilmente reconocibles (fig. 4).

Fotos. MIT

domingo, 4 de marzo de 2012

Una esponja microscópica revela el origen de la vida animal

fig. 1

fig. 2


Hasta ahora, la comunidad científica consideraba que la vida animal apareció en la Tierra en el período geológico Ediacárico, hace entre 635 y 542 millones de años, Los fósiles de los organismos multicelulares complejos más antiguos que se conocían aparecieron en las colinas Ediacara, una zona montañosa próxima la ciudad de Adelaida, Australia. Aparecieron poco después de que la Tierra se deshelara tras la extensa y última glaciación del periodo Criogénico, y se extinguieron en gran parte poco antes de la rápida aparición biológica conocida como “explosión cámbrica”, una brusca transición evolutiva que condujo a la aparición de los miembros más primitivos que formarían la base de los animales modernos.

Pues bien, las fechas citadas necesitan ser revisadas porque se han descubierto en el Parque Nacional de Etosha, Nabimia, en el sudoeste de África, unos fósiles de criaturas que son entre 100 y 150 millones de años más antiguos que los hallados en Australia. Sería la primera evidencia conocida de vida animal en la Tierra. Los fósiles, hallados en unas rocas de hasta 760 millones de años de antigüedad (fig. 1), corresponden a esponjas de tamaño microscópico (fig. 2) provistas de agujeros que permiten la salida del agua, y muchos poros periféricos, que es por donde entra el agua.


Fotos: Tony Prave-University of St Andrews

sábado, 3 de marzo de 2012

Un prodigio entre prodigios, "Los pilares de la Creación" y un "paritorio" de estrellas

Entre las montañas de fotografías que los telescopios espaciales vienen enviando a la Tierra, hay una que destaca sobre las demás por su belleza y por los nuevos conocimientos que aporta sobre la naturaleza del Universo. Fue captada por el Telescopio Espacial Hubble en 1995 y desde entonces se ha convertido en una de las imágenes más populares del firmamento. Se trata de un maravilloso rincón celeste que se enuentra en la nebulosa del Águila (foto grande en la fig. 1), una extraordinaria nube cósmica que dista de nosotros 7.000 años luz. En la región central de esta nebulosa están “Los pilares de la Creación”, unas mágicas columnas de gas y polvo cósmico de unas dimensiones inimaginables, del orden de billones de kilómetros.

Pero su importancia va mucho más allá de la que podríamos atribuirles como fascinantes objetos de observación astronómica. En su seno tiene lugar un prodigio entre prodigios, el milagro de la génesis estelar. Son el manantial de donde fluyen los astros que pueblan e iluminan el tenebroso Universo. En sus entrañas se forman los refulgentes soles.


fig. 1


La ya histórica imagen del “Hubble” ( foto pequeña en la fig. 1), tomada en el espectro visible, la única radiación que el ojo humano es capaz de percibir, sugiere que allí existe un "paritorio" de estrellas, un lugar en el que las protoestrellas o embriones estelares germinan del infernal fuego termonuclear y acaban brillando como estrellas hechas y derechas. Sin embargo, la propia opacidad de las nubes de gas polvorientas no permitió al “Hubble” una visión directa del "alumbramiento” estelar.

Pero hay telescopios en órbita terrestre que no tienen ese problema. Ahora, gracias a las imágenes tomadas por dos ingenios de la Agencia Espacial Europea (ESA), el “Herschel” y el “XMM-Newton”, la nebulosa del Águila presenta un nuevo y sorprendente look ( Las imágenes obtenidas por estos telescopios punteros están brindando a los astrofísicos la posibilidad de ver el interior de “Los pilares de la Creación” e identificar estrellas recién nacidas dentro de ellos.



fig. 2

La fotografía del “Herchel” (foto grande en la fig. 2) está tomada en el rango de la radiación infrarroja o térmica, una longitud de onda gracias a la que los investigadores pueden penetrar a través del oscuro polvo cósmico para desvelar los secretos de las estrellas en formación.

El “XMM-Newton”, por su parte, opera en el rango de los rayos X. Lo que ha captado este telescopio se aprecia en la imagen como una constelación de puntos brillantes (foto pequeña en la fig. 2), que son las poderosas emisiones de radiación que generan las jóvenes y ardientes nuevas estrellas.

Fotos: NASA/ESA

Así eran las superpulgas del parque Jurásico

fig. 1
fig. 2

fig. 3




fig. 4

Los restos fósiles de nueve especímenes de pulgas de la época de los dinosaurios han sido descubiertos por un equipo de científicos chinos y franceses, dirigido por el entomólogo André Nel, del Museo de Historia Natural de París. Los fósiles fueron hallados en las provincias chinas de Daohugou, Mongolia Interior y Liaoning, y datan de dos épocas diferentes, el Jurásico medio (hace 165 millones de años) y del Cretácico inferior (entre 145 y 99 millones de años).

El rasgo más sorprendente de los especímenes es su gran tamaño: las hembras podían medir hasta 20,6 milímetros y los machos hasta 14,7 milímetros. Eran auténticos gigantes en comparación con una pulga moderna, que llega de forma extraordinaria hasta los cuatro milímetros. Además, sus patas eran largas, pero no estaban todavía adaptadas para el salto. En cambio, las pulgas actuales pueden saltar una distancia de hasta 200 veces su propia longitud, lo que convierte a estos insectos parásitos en el mejor saltador entre los animales en relación con su tamaño corporal

Los restos encontrados, tanto de hembras como de machos(fig. 2), muestran que tenían un abdomen largo y ancho, una cabeza relativamente reducida, una antena pequeña y compacta, pero carecían de alas. Otro característica llamativa es su boca, con forma de sifón alargado, preparada para poder alimentarse de la sangre de sus huéspedes, más larga en las hembras que en los machos (fig. 3) y visiblemente menor que la de las pulgas de hoy en día.
Los investigadores creen que las superpulgas del Jurásico (fig. 1) evolucionaron de la mosca escorpión primitiva, que se alimentaba del néctar de las flores y que acabó extinguiéndose con la aparición de insectos modernos como las hormigas o los mosquitos. Sostienen que ambas especies están relacionadas y que las pulgas gigantes son, en realidad, moscas escorpión que evolucionaron para alimentarse de sangre.


Los nuevos fósiles, a la vista de las características de estos insectos, sugieren que vivirían en huéspedes cubiertos de pelo o plumas más que en animales de piel desnuda o con escamas. Es posible que entre los huéspedes de estas pulgas primitivas estuvieran los dinosaurios con plumas (fig. 4). No descartan tampoco que pudieran ser parásitos también de mamíferos primitivos, antes de que su evolución los llevara a parasitar aves y mamíferos, como sucede con las pulgas de hoy en día.


No obstante, el motivo de que su tamaño se redujese tanto con el tiempo es un misterio que permanece sin resolver.


Fotos: Diying Huang

miércoles, 29 de febrero de 2012

El mordisco más terrorífico de todos los tiempos

fig. 1
fig. 2

fig. 3


fig. 4

Ningún animal ha clavado sus dientes con tanta fiereza como él. No podía ser otro. El Tyrannosaurius rex (fig. 1), el carnicero del Cretácico, tenía un mordisco pavoroso (fig. 2) , que le convertía en uno de los depredadores más letales que hayan hollado la faz de la Tierra. Así lo que creen investigadores de la Universidad de Liverpool, en Inglaterra, que han utilizado una simulación por ordenador para reconstruir el músculo de la tremenda mandíbula del dinosaurio.


Los científicos solo tienen huesos para trabajar, ya que las partes blandas, como los músculos, que serían un elemento precioso para calcular la fuerza de un mordisco, no fosilizan, por lo que a menudo tienen que confiar en el análisis estadístico o de comparaciones sólo cualitativas de animales vivos, que difieren mucho en tamaño y forma de los dinosaurios gigantes como el T. rex


La fuerza del mordisco de una criatura está en gran medida determinada por el tamaño de los músculos de la mandíbula. Usando sus modelos informáticos (fig. 3), los investigadores de Liverpool probaron una serie de valores alternativos del músculo, ya que no se conoce con precisión cómo eran los músculos de los dinosaurios. Incluso teniendo en cuenta los márgenes de error, el modelo todavía demostraba que el superseñor del Cretácico, que se cree pesaba más de 6.000 kilogramos, tenía un mordisco mucho más potente de lo que sugerían experimentos anteriores. Los menores valores obtenidos fueron de alrededor de 20.000 newtons, mientras que los mayores valores llegaron a los 57.000 newtons (fig. 4). Esta última estimación supone que la dentellada que un T. rex podía ejercer sobre su víctima era equivalente a una fuerza de presión de 5.700 kilogramos por metro cuadrado aproximadamente. Una mordedura ciclópea, no cabe duda.

Fotos: Karl Bates/ University of Liverpool/Field Museum

El calentamiento global convierte a plantas y animales en enanos

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Hace unos 55,8 millones de años la Tierra sufrió un brusco cambio climático, que es conocido en la jerga científica como “Máximo térmico del Paleoceno-Eoceno” (por los períodos geológicos en que se produjo). Duró aproximadamente 20.000 años. Durante ese lapso de tiempo, la temperatura media terrestre aumentó en 6 grados centígrados, como consecuencia de un desbarajuste en la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, uno de los gases de efecto invernadero, que perturbó su ciclo biológico


Esto fue la causa de que los océanos experimentaran un calentamiento que trajo consigo un aumento significativo del nivel del mar. Aquella perturbación repentina de la circulación oceánica y atmosférica dejó constancia en el registro fósil, y ahora un grupo de paleontólogos lo ha examinado descubriendo algo inesperado.


Durante aquél período de calentamiento global, los caballos primitivos menguaron considerablemente, hasta hacerse un 30 por ciento más pequeños. A causa de ese calentamiento, Sifrhippus sandrae, el primer caballo conocido, se hizo tan pequeño como un gato y llegó a pesar menos de cuatro kilogramos (en la fig. 3 aparece una recreación del mismo, a la derecha de la imagen, frente a una caballo Morgan actual)


Los autores de la la investigación, dirigida por Ross Secord (fig. 1), de la Universidad de Nebraska, y Jonathan Bloch, de la Universidad de Florida, utilizaron mediciones de la composición geoquímica de los dientes de fósiles (fig. 2) encontrados en Wyoming, Estados Unidos, para documentar la disminución progresiva del tamaño corporal de S.sandrae , que se relaciona estrechamente con los cambios de temperatura. Con esas mediciones descubrieron que los caballos que vivieron en las primeras etapas del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno eran mucho más grandes que los de las últimas


Sorprendentemente, lo mismo sucedió en algunos carnívoros. Palaeonictis wingi, una criatura similar a una hiena, evolucionó desde el tamaño de un oso al de un coyote. Después del “Máximo térmico del Paleoceno-Eoceno” la temperatura descendió y se sabe, a partir del estudio de sus dientes fósiles (fig. 4), que la especie evolucionó hasta un tamaño más grande.


Los investigadores barajan la hipótesis de que los altos niveles de dióxido de carbono pudieron haber provocado una reducción de los nutrientes de las plantas, que sería lo que afectó a los mamíferos herbívoros para que menguasen. La pega es que los consumidores de carne también encogieron. Lo cierto es que los nutrientes no pudieron haber sido el único factor.
Otros científicos han indagado asimismo en registros fósiles y sus estudios muestran que muchas especies de plantas y criaturas como arañas, escarabajos, abejas, hormigas y las cigarras se han reducido en tamaño con el tiempo por efecto del cambio climático. Este evento evolutivo se halla todavía en intensa investigación.

El impacto de un cambio climático global en el pasado podría ayudar a los científicos que, por su parte, se dedican a investigar qué tipo de consecuencias biológicas puede tener el calentamiento global actual.

Parque Pleistoceno: la planta que llegó de la Edad de Hielo

fig. 1
fig. 2

fig. 3

fig. 4


Impresiona verla, a pesar de su sencilla presencia. Por vez primera estamos frente a una planta viva de la Edad de Hielo. Hace 30.000 años, en el último período glaciar, una ardilla que vivía en la tundra ártica (fig. 1) guardó en su madriguera unas semillas. Estas se congelaron y han estado todo ese tiempo sin descongelarse jamás. Ahora un equipo de científicos rusos ha logrado “revivir” una planta con flores a partir de esas semillas congeladas, que fueron halladas cerca del río Kolyma (fig. 2), en el noreste de Siberia.

La planta “resucitada” es la Silene stenophylla y es la más antigua que jamás se ha devuelto a la vida. Es muy similar a la versión moderna que sigue creciendo actualmente en Siberia. Los científicos, dirigidos por David Gilichinsky(fig.3), del Instituto de Biofísica Celular de la Academia Rusa de Ciencia, recuperaron las semillas tras examinar decenas de madrigueras fosilizadas de ardilla ocultas bajo sedimentos del Pleistoceno, a unos 38 metros de profundidad en el suelo permanentemente helado (permafrost) de la tundra.

Los sedimentos, de 30.000 años de antigüedad aproximadamente, estaban firmemente cimentados y a menudo cubiertos completamente de hielo, lo que hacía imposible la filtración de agua, creando una cámara natural de congelación completamente aislada de la superficie. Al parecer, las ardillas cavaron la tierra congelada para construir sus madrigueras, que tienen el tamaño de una pelota de fútbol, colocando paja y pelo para crear una cámara estanca de almacenamiento.


La planta del Pleistoceno (fig. 4) fue regenerada a partir de tejidos madre excepcionalmente conservados de dichas semillas (fig. 4 recuadro), utilizando las técnicas de cultivo in vitro y micropropagación clonal. Las semillas crecieron, dieron flores blancas un año más tarde y hasta proporcionaron nuevas semillas fértiles.

Este experimento pionero abre un camino fascinante, como es la posibilidad de devolver a la vida otras plantas e incluso animales de la Edad de Hielo, cuyos restos biológicos se encuentran congelados bajo tierra, excepcionalmente conservados, desde largos períodos de tiempo en las regiones más frías del Planeta.

lunes, 27 de febrero de 2012

"Kairuku", el pingüino prehistórico

fig. 1Fig. 2

fig. 3

fig. 4
Vivió hace 25 millones de años en lo que hoy es Nueva Zelanda. Era un pingüino elegante (fig. 4)para los estándares de estas aves marinas no voladoras, con un cuerpo estilizado, de pico y aletas alargados, pero patas cortas y gruesas. Sus restos fósiles fueron hallados en el valle Hakataremea (fig. 1), y ahora reconstruidos por paleontólogos de las Universidades de Otago y la Estatal de Carolina de Norte, en Nueva Zelanda y Estados Unidos respectivamente.


Los investigadores apodaron “Kairuku” al pingüino, una palabra maorí (una etnia polinesia) que se traduce como "buzo que regresa con comida”. Se interesaron en el fósil porque su forma corporal es diferente a la de todos los pingüinos conocidos, tanto vivos como extintos.


Nueva Zelanda fue aquella época un lugar ideal para los pingüinos en términos de alimentos y seguridad. La mayor parte de la isla estaba bajo el agua, dejando masas rocosas aisladas que mantenían a los pingüinos a salvo de los depredadores, y les proporcionaban comida abundante. “Kairuku” fue una de las, al menos, cinco especies diferentes de pingüinos que vivieron en Nueva Zelanda en aquella época geológica.

Esta diversidad de especies fue lo que hizo difícil la reconstrucción, que tuvo lugar a partir de dos fósiles de “Kairuku” (fig. 3), por separado, utilizando el esqueleto de un pingüino rey actual, como modelo, el segundo pingüino más grande después del pingüino emperador. En la fig. 2 puede verse un hueso fosilizado de aleta del “Kairuku” comparado con otro, arriba, de un pingüino de ojo amarillo actual, que tiene un tamaño mediano, si lo comparamos con los pingüinos grandes como el rey y el emperador.


Fotos. Dan Ksepkad/Paul Brinkman

viernes, 24 de febrero de 2012

El ser vivo más longevo de la Tierra, en Formentera

fig. 1
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fig. 3

Divulgar asuntos científicos, poner los conocimientos de una minoría al alcance de la mayoría, es una tarea gratificante. La satisfacción es mayor todavía cuando se trata, como en este caso, de dar a conocer un hallazgo en el que participan científicos españoles

¿Cuál es el ser vivo más antiguo de la Tierra? Si fuera una pregunta de un concurso de televisión, contestaría que las famosas secuoyas gigantes Pues bien, hubiera metido la pata. La secuoya más vieja tiene alrededor de 2.200 años; una edad irrisoria comparada con los cien mil años que se estima tiene el ser más longevo de la biosfera.

El vetusto organismo ha sido descubierto en aguas de Formentera por un grupo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), encabezado por Carlos Duarte, que también trabaja en la Universidad de Australia Occidental en Perth. Su nombre es Posidonia oceánica y es una planta acuática (fig. 1) que sólo se encuentra en el Mediterráneo. Tiene características similares a las plantas terrestres, como raíces, tallo y hojas. Forma vastas praderas submarinas que tienen una notable importancia ecológica, ya que en ellas viven infinidad de organismos (fig. 2) que encuentran allí alimento y protección.

¿Cómo una humilde planta puede vivir tanto tiempo? El secreto de su extrema longevidad reside en su forma de propagarse, que se lleva a cabo con un solo progenitor y sin intervención de las células sexuales, lo que se denomina científicamente reproducción asexual o clonal. El resultado es un conjunto de individuos genéticamente idénticos o clones.

Los investigadores del CSIC comprobaron que el tallo subterráneo de la Posidonia crece horizontalmente a lo largo de kilómetros de lecho marino, de modo muy lento, emitiendo a su paso nuevas raíces y brotes según van muriendo los viejos. Así se han creado millones de plantas a partir de un primer y único brote, surgido hace ya cien mil años. Los científicos encontraron una pradera submarina de esta naturaleza (fig. 3) cerca de la isla de Formentera que, según las estimaciones, mide más de 15 kilómetros. La identificación de la planta fue posible gracias al uso de marcadores genéticos.

Pero esta planta tiene un grave problema de salud. Las praderas de Posidonia de ven ahora amenazadas por el cambio climático. El Mediterráneo se ha calentando tres veces más rápido que el promedio mundial, y dichas praderas se ven seriamente diezmadas cada año.


Fotos: Manu Sanfelix

jueves, 23 de febrero de 2012

Un mandril inventa una forma de "hablar con las manos"

fig. 1

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fig. 3
Aunque el ser humano lleva más de un millón de años utilizando los gestos como una forma de comunicación no verbal, ésta no se ha empezado a estudiar nada más que hace sólo unas décadas. Normalmente el componente verbal se utiliza para comunicar información y el no verbal para comunicar estados y actitudes personales

El envío y recepción de mensajes sin palabras juega un papel clave en el día a día de toda persona. Según el psicólogo Albert Mehrabian, de la Universidad de California en Los Ángeles (Estados Unidos), en una conversación entre dos individuos el componente verbal representa un 35 por ciento, mientras que más del 65 por ciento es comunicación no verbal.

Los animales también muestran ciertos tipos de comunicación no verbal de cuyo estudio se encargan los etólogos, los científicos que analizan la conducta innata o aprendida de las diferentes especies animales. A este respecto, Mark E. Laidre, de la Universidad de Princeton, Estados Unidos, acaba de anunciar un hallazgo ciertamente sorprendente que pasamos a comentar.


Un grupo de 25 mandriles del zoo de Colchester, en Inglaterra, ha cogido la costumbre de llevarse la mano al rostro (fig. 1)no como una muestra de exasperación, como hacemos los humanos, ni para protegerse de la luz ni para que nos les tomen fotografías, sino para que no les molesten y les dejen en paz. Lo más curioso es que los mandriles no han copiado este gesto de ningún ser humano, ni tampoco se ha visto en ninguna otra especie de mono. Los expertos que han realizado el descubrimiento dicen estar sorprendidos, pues, al parecer, se trata de una forma de lenguaje exclusiva de esa comunidad de mandriles.


Además, se ha observado que los dedos de la mano del mandril, en esa actitud, se encuentran ligeramente separados y así el animal puede ver y vigilar su entorno. El gesto tiene una duración de entre seis segundos y treinta minutos, y los simios lo ejecutan bien estando solos o en compañía, y también cuando permanecen sentados o tumbados (fig. 3). Se cree que los mandriles de Colchester aprendieron el gesto de una hembra del grupo llamada Milly, a la que vemos en esta imagen (fig. 2) junto a su cría. El clan al completo decidió asimilar esta forma de lenguaje, que ya forma parte de su “cultura” social.


Fotos: Mark E. Laidre

Así eran las primeras plantas de la Tierra





















Hace 298 millones de años, en el inicio de un periodo geológico conocido como Pérmico, anterior incluso a la era de los dinosaurios, la faz de la Tierra era muy distinta a la que hoy conocemos. Nuestro planeta aún estaba en una glaciación y las vastas zonas continentales creaban climas con variaciones extremas de calor y frío. Las tierras emergidas todavía se estaban acercando para formar el supercontinente Pangea. Las actuales Europa y América se encontraban unidas y China estaba dividida en dos microcontinentes aparte.


Pues bien, de aquél remotisimo pasado de nuestro mundo se ha conseguido rescatar una especie de “cápsula del tiempo” con un maravilloso tesoro en su interior. Un grupo de investigadores chinos y estadounidenses han desenterrado un primitivo bosque pantanoso del Pérmico en una mina de carbón del interior de Mongolia. El bosque fosilizado, de mil metros cuadrados de extensión, fue preservado en ceniza cuando un volcán entró en erupción en lo que hoy es el norte de China. Gracias a su extraordinario estado de conservación, el equipo de científicos ha conseguido reconstruir cómo era ese bosque en realidad, para ofrecernos una asombrosa instantánea de un mundo perdido congelado en el tiempo

Aunque los primeros árboles modernos aparecieron en el Pérmico, aquel bosque tropical estaba formado por una extraña mezcla de plantas ya extinguidas. Las coníferas actuales y las plantas con flor no existían todavía, pero había árboles que se elevaban 80 metros sobre el suelo. Se han identificado hasta seis grupos de plantas fósiles. Hay helechos arborescentes, una conífera primigenia con hojas, troncos y piñas intactas. También un tipo de plantas relacionadas con los actuales musgos, productora de esporas y cuyas copas más altas podía estar a 25 metros de altura. Hay asimismo ejemplares casi completos de un grupo de árboles llamados Noeggerathiales. Estos árboles extintos, parientes de los helechos, habían sido identificados en América del Norte y Europa, pero parecen ser mucho más comunes en Asia.

Por cierto, no había hierba en ese bosque. Sus verdes tallos surgieron mucho más tarde en el tiempo, coincidiendo con la aparición de los primeros rumiantes. Cuesta imaginar una Tierra sin hierba y poblada por aquellas extrañas plantas.


Fotos: PNAS/Ren Yugao





























martes, 21 de febrero de 2012

Un planeta de agua más allá del Sol

Recreación artística de GJ1214b


Son objeto de deseo de muchos astrofísicos. La lista de exoplanetas, o mundos planetarios que no pertenecen al Sistema Solar, no deja de crecer. A día de hoy, se han descubierto alrededor de 700 planetas extrasolares. La mayoría d son gigantes similares a Júpiter o mayores, aunque los comparables en tamaño a la Tierra empiezan a ser detectados.

Otra cuestión es si podrían ser morada para algún tipo de vida. El último hallazgo en esta materia acrecentan las esperanzas. Sin embargo, debido a la gran incertidumbre sobre el origen y desarrollo de la vida extraterrestre, todas las estimaciones se deben considerar extremadamente especulativas.


El telescopio Hubble ha descubierto más allá del Sistema Solar, en la constelación de Ofiuco, a unos 400 billones de años luz de la Tierra, una nueva clase de exoplaneta que jamás se había detectado hasta ahora. Ha sido bautizado como GJ1214b por el equipo responsable del hallazgo, liderado por Zachory Berta, del Centro Harvard Smithsonian de Astrofísica (Estados Unidos).


No existe nada parecido en nuestro sistema planetario. No es como ningún planeta que conozcamos. Tiene mucha más agua que la Tierra y es mucho menos rocoso que nuestro mundo. Vamos, que podría estar compuesto en gran medida por agua.

El exoplaneta tiene alrededor de 2,7 veces el diámetro terrestre y pesa unas siete veces más. Orbita a una enana roja – una estrella pequeña y relativamente fría - cada 38 horas a una distancia de más de 2 millones de kilómetros. La temperatura estimada de su superficie es de unos 230 grados centígrados.

Los astrofísicos del Smithsonian han matizado que sus observaciones también podrían explicarse por la presencia de una bruma atmosférica que envuelve al planeta, como la que rodea la luna Titán de Saturno.


Foto: Nasa/Hubble

lunes, 20 de febrero de 2012

Llega el filete de laboratorio





La primera carne obtenida íntegramente en el laboratorio, a partir de las llamadas células madre de vaca, está al caer. Mark Post, un investigador en la Universidad de Maastricht (Holanda), planea dar a conocer al mundo la carne sintética, según ha anunciado en la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que se celebra en Vancouver (Canadá). Lo que el científico tiene entre manos es la producción de tejido muscular en un laboratorio que imite exactamente la carne y pueda convertirse en una alimento más. El logro científico podría, según el propio Post, modificar la cría de ganado y la alimentación en todo el mundo y incluso beneficiar al medio ambiente.


Su proyecto tiene como objetivo crear la carne de las células madre utilizando la tecnología desarrollada en el campo de la medicina durante los últimos años. Post ha fabricado ya carne picada aglutinada en forma de filete, la popular hamburguesa, a partir de células de músculo cultivadas en suero fetal bovino. La carne «tienen exactamente la misma estructura que la original», ha asegurado el científico, que ha hecho hincapié en que la tecnología está bien desarrollada y controlada.


La carne producida a partir de células madre "deberá parecerse exactamente a la auténtica; de lo contrario, será imposible convencer al consumidor para que la pruebe", ha manifestado el científico. Además, la carne creada en laboratorio puede ser controlada para mostrar ciertas cualidades, como altos niveles de ácidos grasos poliinsaturados (Omega 3), que tienen efectos benéficos sobre el cerebro y ayudan a prevenir las enfermedades cardiovasculares.


Esta técnica también puede ser utilizada para producir carne de cualquier animal, ha dicho el investigador, que puso en marcha el proyecto hace seis años y espera que la carne se produzca a a escala industrial en los próximos de diez a veinte años.

domingo, 19 de febrero de 2012

30 "tierras", un solo hogar

fig 1

Fig. 2
fig. 3

fig. 4

fig. 5


La fisonomía de la Tierra no siempre ha sido la misma. Contemplar nuestro mundo desde el Espacio en los diferentes periodos geológicos. Parece ciencia ficción, amigo lector, pero es ciencia exclusivamente. Ya podemos hacernos una idea muy precisa del aspecto que debió tener nuestro hogar planetario en diferentes momentos del pasado geológico, gracias a paleoreconstrucciones fotográficas muy realistas sobre la evolución de la geografía terrestre. Si Alfred Wegener (fig. 1)viviera y echara un vistazo a estas imágenes seguramente se quedaría asombrado.

Que ¿quién fue Alfred Wegener? Ante todo, un adelantado a su tiempo. Este geofísico y meteorólogo alemán, nacido en 1880, es considerado el padre de la teoría de la deriva continental. Wegener aventuró que las grandes extensiones de tierra en la superficie del globo terrestre se mueven unas respecto a otras, lenta pero inexorablemente(fig 5). Asimismo conjeturó que los continentes actuales estuvieron unidos en el pasado remoto, formando un supercontinente, que acabó fragmentándose y, desde entonces, las masas continentales de esa división derivarían sobre la superficie de la Tierra. El científico alemán sustentó sus ideas en observaciones de tipo geográfico, geológico, paleontológico y paleoclimático Pero su teoría, desarrollada en 1912, fue inicialmente descartada por la mayoría de los científicos de su tiempo, ya que carecía de un mecanismo irrebatible para explicar la deriva continental.

Entre los años 50 y 60 del siglo pasado fue cuando surgió una explicación convincente, basada en la expansión del fondo oceánico. Ambas tesis, la de Wegener y la de la expansión del fondo marino, quedaron incluidas en la moderna teoría de la tectónica de placas (fig. 3), que se acepta ampliamente en la actualidad y que sostiene que el desplazamiento de continentes continúa hoy y sucede desde hace miles de millones de años. En realidad, se produce en el fondo marino, a lo largo de grandes elevaciones montañosas situadas en la parte central de todos los océanos, donde se generan fuerzas titánicas.

Quién no siente curiosidad por saber cómo era la Tierra hace, por ejemplo, 200 millones de años. Ahora podemos hacernos una idea muy precisa de la fisonomía de los paleocontinentes gracias al sorprendente trabajo de un grupo de especialistas del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo. Su proyecto, llamado Visible Paleo-Earth, ha proporcionado la primera colección de imágenes realistas de nuestro hogar planetario contemplado desde la perspectiva espacial durante los últimos 750 millones de años.


Las paleo reconstrucciones(fig. 2), treinta en total, se obtuvieron combinando fotografías recientes de la Tierra, tomadas por satélites de la NASA, con datos geológicos reunidos por los geólogos Ronald Blakey, de la Universidad del Norte de Arizona, y Christopher Scotese, de la Universidad de Texas en Arlington. En este paleocalendario hay fechas clave, como hace 240 millones de años, cuando en la Tierra había un único supercontinente, llamado Pangea, rodeado de un solo mar. El término “Pangea”, que ya fue usado por Alfred Wegener, procede del griego y significa “toda la tierra”. Aquella época está perfectamente documentada en el registro geológico, por lo que el mapa resultante es muy rico en detalles (fig. 4).

No se puede decir lo mismo a medida que retrocedemos en el tiempo, ya que la información que los científicos poseen sobre la geografía y el clima de hace 500 ó 700 millones de años es mucho más fragmentaria. Poco se sabe de Rodinia, otro supercontinente que existió hace 1.100 millones de años y que reunía gran parte de la tierra emergida del Planeta. Se cree que empezó a fracturarse hace 800 millones.

Los investigadores saben con bastante certeza cómo era Pangea porque para ello no han tenido más que invertir, en el ordenador, el movimiento de los continentes actuales hasta que todos coincidan en un solo. Pero no es posible hacer lo mismo para períodos anteriores, como en el caso de Rodinia.


Quién desee profundidar en el tema no tiene más que acudir a la web de Visible Paleo-Earth http://phl.upr.edu/projects/visual-paleo-earth