fig. 1
fig. 2
fig. 3
fig. 4
fig. 5
fig. 6
En la gran aventura de la vida por comer y no ser comido, sus protagonistas han perfeccionado, durante incontables generaciones, los ardides más sorprendentes que podamos imaginar. Destaca entre ellos el mimetismo, una habilidad que algunos seres vivos poseen para asemejarse a otros seres de su entorno y a su propio entorno para sacar partido de ello.
El pulpo mimo o pulpo imitador (fig. 1) es una criatura asombrosa. Vive en los mares tropicales del sudeste de Asia y se ha convertido en todo un rey del camuflaje, ya que es capaz de imitar la apariencia física y los movimientos de nada y nada menos que quince especies diferentes(figs. 2, 3 y 4), como la serpiente marina, el pez león, la raya o la estrella mar, entre otros voraces depredadores. Estas imitaciones las logra flexionando su cuerpo y extremidades hasta extremos inverosímiles, y variando de color, que normalmente es marrón y blanco con rayas o manchas Gracias a sus camaleónicas habilidades y a sus movimientos de contorsionista, el pulpo mimo consigue engañar a los depredadores, lo que le permite nadar por el océano con tranquilidad.
Se ha observado que el pulpo mimo puede decidir qué animal va a imitar dependiendo del depredador que le esté amenazando. Por ejemplo, cuando está siendo atacando por un grupo de peces damisela, el cefalópodo adopta la apariencia de una serpiente marina, que, a su vez, es un depredador de los “damisela”
Pero al pulpo mimo le ha salido un alumno aventajado. Se trata del pez bocón, una criatura pequeña y tímida, que pasa gran parte de su vida cerca de su guarida para esconderse en cuanto ve algún peligro (fig. 5). Sin embargo, ha encontrado la forma de burlarse de sus voraces enemigos. Al pez bocón no se le ha ocurrido otra cosa que imitar al imitador, ya que es incapaz de emular los colores y las formas de los depredadores del pulpo, que también son los suyos.
Godehard Kopp, de la Universidad de Gottingen (Alemania), consiguió grabar en video una singular escena en aguas de Indonesia. Las imágenes muestran un peculiar “baile” entre las dos especies. El pez bocón se mueve al mismo ritmo del pulpo, llegando a camuflarse totalmente con él gracias al color de sus escamas (fig. 6). El pez adquiere manchas marrones y blancas similares a las del pulpo, haciéndose prácticamente invisible, lo que le permite nadar a su lado sin peligro de ser visto.
Cuando un depredador aparece en escena, el pulpo adopta el disfraz correspondiente y aquél huye despavorido. Pocos depredadote se atreverían a atacar a un pececito que está nadando felizmente al lado de una serpiente marina. De esta forma, el pez bocón puede llegar a zonas más alejadas de su madriguera para conseguir alimento. Hasta ahora no se había documentado este comportamiento.
En la gran aventura de la vida por comer y no ser comido, sus protagonistas han perfeccionado, durante incontables generaciones, los ardides más sorprendentes que podamos imaginar. Destaca entre ellos el mimetismo, una habilidad que algunos seres vivos poseen para asemejarse a otros seres de su entorno y a su propio entorno para sacar partido de ello.
El pulpo mimo o pulpo imitador (fig. 1) es una criatura asombrosa. Vive en los mares tropicales del sudeste de Asia y se ha convertido en todo un rey del camuflaje, ya que es capaz de imitar la apariencia física y los movimientos de nada y nada menos que quince especies diferentes(figs. 2, 3 y 4), como la serpiente marina, el pez león, la raya o la estrella mar, entre otros voraces depredadores. Estas imitaciones las logra flexionando su cuerpo y extremidades hasta extremos inverosímiles, y variando de color, que normalmente es marrón y blanco con rayas o manchas Gracias a sus camaleónicas habilidades y a sus movimientos de contorsionista, el pulpo mimo consigue engañar a los depredadores, lo que le permite nadar por el océano con tranquilidad.
Se ha observado que el pulpo mimo puede decidir qué animal va a imitar dependiendo del depredador que le esté amenazando. Por ejemplo, cuando está siendo atacando por un grupo de peces damisela, el cefalópodo adopta la apariencia de una serpiente marina, que, a su vez, es un depredador de los “damisela”
Pero al pulpo mimo le ha salido un alumno aventajado. Se trata del pez bocón, una criatura pequeña y tímida, que pasa gran parte de su vida cerca de su guarida para esconderse en cuanto ve algún peligro (fig. 5). Sin embargo, ha encontrado la forma de burlarse de sus voraces enemigos. Al pez bocón no se le ha ocurrido otra cosa que imitar al imitador, ya que es incapaz de emular los colores y las formas de los depredadores del pulpo, que también son los suyos.
Godehard Kopp, de la Universidad de Gottingen (Alemania), consiguió grabar en video una singular escena en aguas de Indonesia. Las imágenes muestran un peculiar “baile” entre las dos especies. El pez bocón se mueve al mismo ritmo del pulpo, llegando a camuflarse totalmente con él gracias al color de sus escamas (fig. 6). El pez adquiere manchas marrones y blancas similares a las del pulpo, haciéndose prácticamente invisible, lo que le permite nadar a su lado sin peligro de ser visto.
Cuando un depredador aparece en escena, el pulpo adopta el disfraz correspondiente y aquél huye despavorido. Pocos depredadote se atreverían a atacar a un pececito que está nadando felizmente al lado de una serpiente marina. De esta forma, el pez bocón puede llegar a zonas más alejadas de su madriguera para conseguir alimento. Hasta ahora no se había documentado este comportamiento.
Fotos: Godehard Kopp/ Karen Honeycutt
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