viernes, 16 de septiembre de 2011

La frontera del mundo










118 kilómetros. A primera vista parece una cifra sin más, pero, como vamos a ver a continuación, significa mucho para todos los habitantes de la Tierra. Si pudiéramos viajar en un cohete en línea recta hacia arriba, ascendiendo por la atmósfera, al llegar a los 118 kilómetros sobre el nivel del mar deberíamos exclamar un ¡Adiós Tierra querida, adiós! Ocurriría que habríamos atravesado la frontera del mundo en que vivimos, acogedor y entrañable, que se encuentra a esa altitud, y entraríamos en el Espacio exterior, hostil y desconocido.

Unos científicos canadienses han determinado que la zona frontera entre la atmósfera y el espacio interplanetario se sitúa a esa modesta distancia de la superficie terrestre.¿En qué se han basado esos científicos para fijar exactamente en esos 118 kilómetros de altura la citada frontera? Justo ahí es donde han localizado la zona de transición entre los sutiles vientos de la alta atmósfera y los violentos flujos de partículas eléctricas que dominan la región exterior, que van a velocidades que pueden estar por encima de los 1000 kilómetros por hora.

En realidad, la atmósfera se extiende hasta mucho más hacia arriba, pero técnicamente estaríamos ya en el Espacio. No resulta fácil, de antemano, obtener medidas de los fenómenos físicos que ocurren a alturas del orden de los 100 kilómetros, ya que es una zona inalcanzable para los aviones y los globos y está demasiado baja para los satélites. Los científicos canadienses obtuvieron los datos de un instrumento diseñado para captar iones, es decir, átomos o moléculas cargos eléctricamente, que viajaba a bordo de unos cohetes que fueron lanzados desde una base de Alaska.

En esta espectacular fotografía obtenida desde la Estación Espacial Internacional se puede observar claramente esa frontera entre nuestro hogar y el Espacio. La imagen está tomada justo después que el Sol se ha ocultado tras el limbo terrestre y cuando la Estación orbital sobrevolaba el Océano Indico.

Sobre la superficie obscurecida del océano, una secuencia brillante de colores denota groseramente varias capas de la atmósfera. Las tonalidades naranja y amarilla aparecen en la troposfera, la capa de la atmósfera que está en contacto con la superficie de la Tierra. Tiene alrededor de 17 kilómetros de espesor y en ella ocurren todos los fenómenos meteorológicos Además, concentra la mayor parte del oxígeno y del vapor de agua, actuando como un regulador térmico del Planeta. Es de vital importancia para los seres vivos ya que sin la troposfera las diferencias térmicas entre el día y la noche serían tan grandes que no podríamos sobrevivir.

La región de color rosa y blanca sobre las nubes, que vemos en la imagen, es la estratosfera; que se extiende hasta aproximadamente los 50 kilómetros de altitud. Allí se sitúa la capa de ozono, fundamental para la vida ya que absorbe la mayor parte de la letal radiación ultravioleta. Sobre la estratosfera, finalmente, se encuentran las capas azules que marcan la atmósfera superior (mesosfera, termosfera, ionosfera, y exosfera), mientras se descolora gradualmente hasta el grado de oscuridad del espacio exterior.

Fotos: Nasa

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