Aunque el Sol brilla fulgurante en el Espacio, el cielo es siempre tan negro como el carbón. De día, nuestro hogar, el planeta Tierra, visto de lejos, destaca como un brillante globo azul y blanco, de radiante belleza, sobre el lúgubre telón de fondo de los insondables espacios siderales. De noche, el decorado sigue siendo el mismo, igual de sombrío, pero nuestro mundo ha cambiado de fisonomía y se engalana de fiesta, iluminándose como si fuera un fantástico árbol de Navidad.
El cielo es un manantial inagotable de maravillas y emociones que demasiadas personas se pierden. Mientras contemplamos la pálida y extraterrenal radiación de los luceros en el firmamento, el sobrecogedor espectáculo que hace solemnes nuestras noches, un hipotético alienígena que se aproximara a nuestro planeta en su astronave sería testigo de otra visión impactante: la Tierra de noche, cuando se aprecian las luces producidas por todo el Planeta, especialmente aquellas que emanan de los grandes núcleos urbanos.
Cuesta imaginar cómo serían las ciudades por la noche cuando no había ningún tipo de iluminación por las calles, a lo sumo alguna que otra antorcha. Las tinieblas serían las dueñas y señoras de las ciudades y, excepto en las noches de Luna llena, cualquier movimiento sospechoso debía resultar extremadamente inquietante. La aparición de la iluminación artificial lo cambió todo. Se hizo la luz en el hogar del ser humano. Las espectaculares imágenes captadas por astronautas y satélites espaciales así lo atestiguan y revelan lo que hemos hecho a la noche: llenándola de luz.
Pero en esas imágenes espaciales podemos comprobar que aún siguen habiendo grandes áreas particularmente oscuras entre las que destacan la parte central de Sudamérica, África, Asia y Australia. El continente africano apenas se ve de noche desde el Espacio. No es que no haya gente en África, un continente habitado por más de mil millones de personas; es que no tienen luz.
En cambio, Estados Unidos y Europa cuentan con territorios que se pueden observar completamente iluminados. Una de las mayores aglomeraciones urbanas del mundo se encuentra precisamente a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, y se ha denominado el Atlántico Litoral Conurbano (ASC, por sus siglas en inglés). La ASC se extiende más de 1.000 kilómetros e incluye ciudades como Boston, Massachusetts; Nueva York, Nueva York; Filadelfia, Pennsylvania; Baltimore, Maryland; y Washington, Distrito de Columbia.
En cambio, Estados Unidos y Europa cuentan con territorios que se pueden observar completamente iluminados. Una de las mayores aglomeraciones urbanas del mundo se encuentra precisamente a lo largo de la costa este de los Estados Unidos, y se ha denominado el Atlántico Litoral Conurbano (ASC, por sus siglas en inglés). La ASC se extiende más de 1.000 kilómetros e incluye ciudades como Boston, Massachusetts; Nueva York, Nueva York; Filadelfia, Pennsylvania; Baltimore, Maryland; y Washington, Distrito de Columbia.
En muchas ciudades, parece que el cielo se ha quedado sin estrellas, las cuales han sido sustituidas por una bruma vacía Un dramático efecto de la contaminación luminosa es la imposibilidad de observar los astros, salvo los más brillantes, ya que son velados por la atmósfera iluminada por .las luces artificiales de las ciudades. Esto está privando a varias generaciones de disfrutar y conocer el firmamento, hurtando a los habitantes de las ciudades la posibilidad de contemplar el Universo.
Fotos: Nasa
Imagen animada: Conrad Lightsaber
Imagen animada: Conrad Lightsaber
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