sábado, 17 de septiembre de 2011

Este conductor eléctrico está vivo




La Naturaleza sabe hacer muy bien las cosas. Para botón de muestra basta observar el comportamiento de una extraña bacteria. Se la conoce como Geobacter sulfurreducens y posee un gran número de largos filamentos, a la manera de tentáculos, que salen de su cuerpo. Lo espectacular es que esos filamentos, de dimensiones a escala nanométrica, poseen la rara habilidad de conducir la electricidad y son tan buenos haciéndolo como como cualquier metal.

La “sulfurreducens”, que se encuentra en sedimentos del fondo de lagos y pantanos, es un microorganismo con respiración anaeróbica, es decir que vive en un medio carente de oxígeno. Sus filamentos, llamados “pili”, que son hasta 20 veces más largos que el cuerpo de la bacteria, son utilizados por la bacteria para producir, mediante reacciones bioquímicas y a través de un complejo mecanismo denominado “cadena de transporte de electrones”, las sustancias energéticas que precisa para sobrevivir.

Un grupo de científicos de la Universidad de Massachusetts, en Estados Unidos, dirigido por el Mark Tuominen ha realizado un ingenioso experimento con esta geobacteria. Los investigadores emplearon un diminuto electrodo sobre el que se llevó a cabo un cultivo de la bacteria “sulfurreducens” hasta recubrir su superficie con un pequeño electrodo sobre el que se hizo crecer una capa de la bacterias recubriendo su superficie. Luego midieron su capacidad para conducir la corriente eléctrica. Lo sorprendente es que el recubrimiento de bacterias demostró tener las mismas propiedades eléctricas que si hubiese sido construida de metal.

La potencia obtenida es baja, del orden de un milivatio, y por eso no hay actualmente aplicaciones comerciales a la vista. Sin embargo, estamos ante un avance prometedor dirigido a fusionar la electrónica con los sistemas biológicos. El objetivo sería crear pequeñas baterías orgánicas, para construir marcapasos, por ejemplo, alimentados por el propio cuerpo, o incluso “conductores biológicos”, componentes que resultarían mucho más baratos de producir que los elementos tradicionales formados de semiconductores o metal.


Foto: Mark Tuominen/UMASS

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