El cratón de Pilbara se ha convertido en el lugar más idóneo del Planeta para buscar indicios del origen de la vida en la Tierra. Ha sido allí, una vez más, en la formación Strelley Poll, en la regiónde Pilbara, en el noroeste del país, donde un equipo de científicos, en una investigación conjunta entre la Universidad de Australia Occidental y de la Universidad de Oxford del Reino Unido, ha descubierto huellas de presuntos fósiles microscópicos pertenecientes a unas bacterias que vivieron hace 3.400 millones de años Por aquél entonces la Tierra, que se formó alrededor de 4.530 y 4.580 millones años atrás, era un mundo muy joven y violento, dominado por grandes erupciones volcánicas y colisiones con meteoritos. Los mares, en aquél tiempo remoto, tenían la temperatura de un baño de agua caliente, unos 40 ó 50 grados centígrados.
insertado) que vivieron en la Tierra primigenia
Los geólogos consideran que un cratón es una masa continental llegada a tal estado de rigidez en un lejano pasado geológico que, desde entonces, no ha sufrido fragmentaciones o deformaciones, al no haber sido afectadas por los movimientos orogénicos. En Australia occidental (cratón de Pilbara), en Sudáfrica (cratón de Kaapvaal) y en Groenlandia son las únicas áreas conocidas que permanecen con restos del Arcaico (de hace 3.800-2.500 millones de años), que contienen las rocas terrestres más antiguas.
Los microfósiles descubiertos en Pilbara, según los investigadores, serían unos 200 millones de años más antiguos que los que se habían descrito con anterioridad, en 2002, en la misma zona. Pero aquél hallazgo fue muy discutido por numerosos expertos, que no encontraron pruebas suficientes de que se trataba efectivamente de restos orgánicos y no de formas caprichosas propias de los procesos de mineralización de las rocas.
Los geólogos consideran que un cratón es una masa continental llegada a tal estado de rigidez en un lejano pasado geológico que, desde entonces, no ha sufrido fragmentaciones o deformaciones, al no haber sido afectadas por los movimientos orogénicos. En Australia occidental (cratón de Pilbara), en Sudáfrica (cratón de Kaapvaal) y en Groenlandia son las únicas áreas conocidas que permanecen con restos del Arcaico (de hace 3.800-2.500 millones de años), que contienen las rocas terrestres más antiguas.
Los microfósiles descubiertos en Pilbara, según los investigadores, serían unos 200 millones de años más antiguos que los que se habían descrito con anterioridad, en 2002, en la misma zona. Pero aquél hallazgo fue muy discutido por numerosos expertos, que no encontraron pruebas suficientes de que se trataba efectivamente de restos orgánicos y no de formas caprichosas propias de los procesos de mineralización de las rocas.
Mapa de Australia con la región de Pilbara coloreada en rojo
Los investigadores han utilizado técnicas muy sofisticadas para analizar los nuevos microfósiles, y han descubierto que aparecen asociados a diminutos cristales de pirita, un mineral de azufre y hierro. Esto significa que aquellas presuntas bacterias primigenias necesitaban el azufre para sobrevivir en un entorno en el que aún no había oxígeno. También en la actualidad existen numerosas bacterias que se alimentan de azufre. Se trata de microorganismos extremófilos que viven con poco oxígeno, en su mayor parte en las profundidades oceánicas, al amparo de las chimeneas hidrotermales que calientan el agua con el calor que se escapa del interior de nuestro planeta.
El lector habrá observado que hemos aplicado la presunción al referirnos a estos microfósiles Aunque el hallazgo podría ser una nueva evidencia de que la vida surgió en la Tierra en una época muy temprana de su historia, conviene ser prudentes y conocer exactamente lo que se ha encontrado.. El investigador español Jesús Martínez Frías, del Centro de Astrobiología CSIC-INTA, lo explica muy bien. Según él, “las bacterias en sí no fosilizan, sino que lo que se encuentran son las huellas que dejaron y que en este caso no se trata de restos de actividad biológica. "La evidencia, pues, es indirecta”, continúa diciendo el investigador, “principalmente a través de isótopos y no por la identificación de marcadores biológicos, que son compuestos orgánicos que proceden, inequívocamente, de la actividad metabólica de microorganismos; una relación isotópica no es, por sí misma, un marcador biológico, sino un marcador geológico”.
En suma, que hay que seguir esperando a que aparezcan más evidencias que aporten una prueba a todas luces irrefutable y definitiva
Los investigadores han utilizado técnicas muy sofisticadas para analizar los nuevos microfósiles, y han descubierto que aparecen asociados a diminutos cristales de pirita, un mineral de azufre y hierro. Esto significa que aquellas presuntas bacterias primigenias necesitaban el azufre para sobrevivir en un entorno en el que aún no había oxígeno. También en la actualidad existen numerosas bacterias que se alimentan de azufre. Se trata de microorganismos extremófilos que viven con poco oxígeno, en su mayor parte en las profundidades oceánicas, al amparo de las chimeneas hidrotermales que calientan el agua con el calor que se escapa del interior de nuestro planeta.
El lector habrá observado que hemos aplicado la presunción al referirnos a estos microfósiles Aunque el hallazgo podría ser una nueva evidencia de que la vida surgió en la Tierra en una época muy temprana de su historia, conviene ser prudentes y conocer exactamente lo que se ha encontrado.. El investigador español Jesús Martínez Frías, del Centro de Astrobiología CSIC-INTA, lo explica muy bien. Según él, “las bacterias en sí no fosilizan, sino que lo que se encuentran son las huellas que dejaron y que en este caso no se trata de restos de actividad biológica. "La evidencia, pues, es indirecta”, continúa diciendo el investigador, “principalmente a través de isótopos y no por la identificación de marcadores biológicos, que son compuestos orgánicos que proceden, inequívocamente, de la actividad metabólica de microorganismos; una relación isotópica no es, por sí misma, un marcador biológico, sino un marcador geológico”.
En suma, que hay que seguir esperando a que aparezcan más evidencias que aporten una prueba a todas luces irrefutable y definitiva
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