Los restos fósiles del animal
El esqueleto del animal, hallado de forma incompleta, incluye los huesos del hombro, la cadera, las costillas, las vértebras y algunos fragmentos que no han sido identificados. Se sabe, eso sí, que pertenecen a dos ejemplares, un adulto, probablemente una hembra, y su cría. Tras la investigación realizada, en la que han participado científicos de la Escuela Universitaria de Londres y el Museo Sam Noble de Historial Natural de la Universidad de Oklahoma, se determinó que los huesos pertenecen a un nuevo género de dinosaurio, que ha sido bautizado como Brontomerus (“muslos de trueno”).
Sus poderosos múscules le servían para deshacerse a patadas
de sus depredadores
Pero lo que más ha llamado la atención de los paleontólogos ha sido el inusual tamaño del hueso ilíaco de la cadera del ejemplar adulto, que es excepcionalmente grande. La forma de los huesos indica que el animal habría tenido los músculos de la pierna más grandes y poderosos que cualquier saurópodo conocido. Se ha llegado a la conclusión de que este rasgo anatómico le resultaba muy útil para defenderse mediante patadas y moverse por zonas escarpadas. El Brontomerus utilizaba, en efecto, sus potentes patas como un arma contra sanguinarios depredadores que querían atacarlo, como el Deinonychus (“garra terrible”) y el Utahraptor (“ladrón de Utah”). Vamos que aquella bestia se defendía a patadas. Y aquellos golpes tuvieron que ser letales por necesidad, teniendo en cuenta que estaban propinados por un dinosaurio que habría pesado alrededor de 6 toneladas y medido 14 metros de longitud.
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