Todo el mundo sueña. Cada noche nuestro cerebro nos pide con insistencia que le dejemos soñar. Nada menos que cinco años de nuestra vida los pasamos en los brazos de Morfeo, un descanso satisfactorio durante el que podemos llegar a tener aproximadamente unos 150.000 sueños, así que soñar tiene que ser algo vital para nuestra existencia.
Los investigadores han comprobado que e sueño tiene cinco etapas las cuales son repetitivas cada 90 minutos y forman a su vez un ciclo que inicia con el sueño ligero hasta llegar al más profundo, fase en la que nuestro cuerpo pierde toda capacidad de movilidad y en la que se manifiestan los sueños. Los sueños llevan en si un mensaje implícito, todo lo que aparece no resulta literal ya que tiene una fuerte carga simbólica, es por ello que se habla de una interpretación de los sueños.
Los investigadores han comprobado que e sueño tiene cinco etapas las cuales son repetitivas cada 90 minutos y forman a su vez un ciclo que inicia con el sueño ligero hasta llegar al más profundo, fase en la que nuestro cuerpo pierde toda capacidad de movilidad y en la que se manifiestan los sueños. Los sueños llevan en si un mensaje implícito, todo lo que aparece no resulta literal ya que tiene una fuerte carga simbólica, es por ello que se habla de una interpretación de los sueños.
El espacio de tiempo que una persona pasa dormida transcurre por diferentes estados y fases. Este ha sido un descubrimiento fundamental en la tarea de desentrañar el misterio del sueño humano. Nadie podía imaginar que durante la noche tuviéramos un periodo de actividad tan intensa a pesar de estar en reposo. El núcleo central del sueño se denomina fase de Movimientos Oculares Rápidos (MOR o REM en inglés, de rapid eye movements), la cual se caracteriza por una actividad casi tan frenética como la del estado de vigilia. Esta fase ocupa una cuarta parte del tiempo que una persona pasa dormida.
Durante la fase Mor el ritmo cardiaco y respiratorio aumenta, así como la presión arterial, y la temperatura corporal no está bien regulada. Nuestros ojos, cerrados, se mueven con inusitada rapidez y y la actividad de las neuronas del cerebro se asemeja a la de cuando se está despierto, por lo que también se le llama sueño paradójico. Casi todos los órganos de nuestro cuerpo reciben descargas provenientes del tronco cerebral para mantener, incluso durmiendo, operativas sus funciones. Durante esta fase se presenta la mayor frecuencia e intensidad de las llamadas ensoñaciones (sueños, las escenas oníricas). Son comunes las erecciones del pene o del clítoris, al margen del contenido del ensueño.
Gracias a los modernos estudios sobre el sueño ahora sabemos que las erecciones nocturnas o el aumento de temperatura del clítoris durante la fase Mor no son a causa de las actividades oníricas o de los deseos sexuales reprimidos, como apuntaban las teorías de Sigmund Freud , sino a consecuencia de la intensa actividad que desarrolla el sistema nervioso durante esa fase del sueño.
Finalmente, señalar que dos investigadores españoles Javier Márquez-Ruiz y Miguel Escudero, del departamento de Neurociencia y Comportamiento, de la Universidad de Sevilla, han descrito por primera vez el origen y la causa de los movimientos oculares rápidos En la fase Mor, según ellos, los ojos convergen y rotan hacia abajo, manteniéndose así durante el sueño. Tras observar la actividad de las neuronas responsables del movimiento lateral del ojo, los investigadores hallaron que éstas se encuentran inhibidas, igual que la musculatura del resto del cuerpo.
Parece ser que estos movimientos oculares son automáticos y pueden tener la misma relación con el sueño que otros músculos del cuerpo. Su origen, según los investigadores, estaría en una gran onda bioléctrica que se registra prácticamente en todo el cerebro y cuyo rigen y función son hoy día desconocidos. Asimismo se mantiene la incógnita sobre por qué se mueven los ojos y no las piernas o los brazos.
Durante la fase Mor el ritmo cardiaco y respiratorio aumenta, así como la presión arterial, y la temperatura corporal no está bien regulada. Nuestros ojos, cerrados, se mueven con inusitada rapidez y y la actividad de las neuronas del cerebro se asemeja a la de cuando se está despierto, por lo que también se le llama sueño paradójico. Casi todos los órganos de nuestro cuerpo reciben descargas provenientes del tronco cerebral para mantener, incluso durmiendo, operativas sus funciones. Durante esta fase se presenta la mayor frecuencia e intensidad de las llamadas ensoñaciones (sueños, las escenas oníricas). Son comunes las erecciones del pene o del clítoris, al margen del contenido del ensueño.
Gracias a los modernos estudios sobre el sueño ahora sabemos que las erecciones nocturnas o el aumento de temperatura del clítoris durante la fase Mor no son a causa de las actividades oníricas o de los deseos sexuales reprimidos, como apuntaban las teorías de Sigmund Freud , sino a consecuencia de la intensa actividad que desarrolla el sistema nervioso durante esa fase del sueño.
Finalmente, señalar que dos investigadores españoles Javier Márquez-Ruiz y Miguel Escudero, del departamento de Neurociencia y Comportamiento, de la Universidad de Sevilla, han descrito por primera vez el origen y la causa de los movimientos oculares rápidos En la fase Mor, según ellos, los ojos convergen y rotan hacia abajo, manteniéndose así durante el sueño. Tras observar la actividad de las neuronas responsables del movimiento lateral del ojo, los investigadores hallaron que éstas se encuentran inhibidas, igual que la musculatura del resto del cuerpo.
Parece ser que estos movimientos oculares son automáticos y pueden tener la misma relación con el sueño que otros músculos del cuerpo. Su origen, según los investigadores, estaría en una gran onda bioléctrica que se registra prácticamente en todo el cerebro y cuyo rigen y función son hoy día desconocidos. Asimismo se mantiene la incógnita sobre por qué se mueven los ojos y no las piernas o los brazos.
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