El Monasterio de El Escorial, además de ser una de las maravillas arquitectónicas del mundo, es lugar de sepultura de los reyes de España. En su cripta se encuentran los sepulcros de mármol donde reposan los restos de los reyes y reinas. Es impensable que una persona ajena a la realeza fuera enterrada en ese lugar (en el caso de que hubiera espacio, ya que el panteón ha llegado al límite de su capacidad). Pues bien, ese privilegio excepcional existía en el antiguo Egipto.
Los faraones, en vida, fueron considerados semidioses. Era tras su muerte cuando el faraón se fusionaba con la deidad Osiris y adquiría la inmortalidad y una categoría divina. El Valle de los Reyes, en la orilla occidental del Nilo, es una necrópolis del antiguo Egipto, donde se encuentran las tumbas de la mayoría de faraones del Imperio Nuevo.
Una misión de arqueólogos suizos ha descubierto la tumba de una cantante del dios Amon-Ra, que data de la dinastía XXII (712-945 a.C.), en esa necrópolis real. Lo sorprendente es que el sarcófago, que contiene la momia intacta de la cantante, ha aparecido en una sala de enterramiento que conduce a la tumba de Tutmosis III (1490-1436 a.C.), uno de los monarcas más importantes y poderosos de los tres mil años de civilización faraónica.
El sarcófago, de madera y pintado de negro, está decorado con jeroglíficos, que incluyen el nombre de la cantante. La mujer, llamada Nehemes Bastet, fue hija del Sumo sacerdote de Amón, la máxima autoridad del clero del dios Amón. Elina Paulin-Grothe, miembro del equipo de arqueólogos, ha comentado que la tumba no fue construida para la cantante, sino vuelta a utilizar para ella cuatro siglos después del entierro original.
Foto: Universität Basel
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