domingo, 6 de marzo de 2011

LA “VAMPIRA” DE VENECIA DESVELA SU ROSTRO


Esta mujer fue enterrada con un ladrillo encajado entre las mandíbulas, un ritual macabro diseñado para "matar" a un vampiro, y así evitar que se alimentara de las víctimas de una epidemia de peste en el año 1576




















Se ha comenzado a desvelar la verdad sobre la sombría historia de los vampiros humanos. Ahora sabemos que el vampiro real fue muy distinto del que tenemos en mente. Para empezar, hablamos de gente del pueblo, no de personas de la nobleza. No hay evidencias de que los vampiros se alimentaran de sangre, tuvieran largos colmillos afilados, ni capa, ni que se transformaran en animales, ni que vivieran en castillos.

En tiempos medievales se creía que los vampiros eran los responsables de la propagación de plagas en Europa como la Peste Negra. La epidemia de peste bubónica de 1576, durante la que murió el pintor Tiziano, acabó con un tercio de la población de Venecia. Una de aquellas víctimas fue una mujer que fue enterrada en una fosa común en la isla de Lazzartto Nuevo, una minúscula porción de tierra situada a tres kilómetros de la ciudad de los canales. Un equipo de arqueólogos, dirigido por el antropólogo Matteo Borrini, hizo un descubrimiento sensacional mientras se encontraba realizando excavaciones en el enterramiento colectivo de la plaga veneciana. Entre los 1.500 esqueletos que contenía la fosa había uno, en especial, que presentaba signos de un ritual contra vampiros. La calavera era de mujer y tenía un ladrillo encajado entre las mandíbulas. La arqueología no se había topado con un caso parecido.

Parece ser que en aquel tiempo estaba muy extendida la creencia popular de que la peste era transmitida por vampiros humanos. No se trataba de seres malditos al estilo Drácula, sino de una variante de vampiro conocida como los “devoradores de sudarios”. En las fosas comunes era frecuente encontrar cadáveres con “misteriosas manchas de sangre” en los sudarios, que eran atribuidas no a causas naturales, sino a vampiros sedientos de sangre, que regresaban de la ultratumba e intentaban devorar la mortaja para escapar de su prisión. Se creía que estos cadáveres reanimados comenzaban a alimentarse de sus propias mortajas, luego chupaban la sangre de los demás muertos hasta recuperar las fuerzas suficientes como para salir de la tumba y atacar a los vivos.

Cuando los sepultureros observaban “síntomas” sospechosos en algún cadáver no dudaban en aplicar el ritual de exorcismo al uso. El remedio para matar a un “vampiro” no era clavarle una estaca en el corazón ni rociarlo con agua bendita, sino meterle algo no comestible entre las mandíbulas, generalmente una piedra. Por eso el cráneo de la mujer veneciana tenía un ladrillo en la zona boca, destinado a impedir que la “vampira” pudiera morder. Por lo tanto, parece evidente que la leyenda sobre el vampirismo en aquella época fue reforzada por las supersticiones de los sepultureros. Es posible que otros cadáveres hallan sido encontrados en otros lugares con ladrillos en sus bocas, pero esta es la primera vez que se ha desentrañado el macabro ritual.

National Geographic Channel ha estrenado un documental que sigue el rastro de los orígenes de los mitos sobre el vampirismo, y donde además se da a conocer la primera reconstrucción del rostro de una mujer “vampiro”, basada en la calavera hallada en Venecia. Así es como era. Es un retrato casi fotográfico, que podemos contemplar ahora, después de más de 400 años, gracias al empleo de técnicas de reconstrucción forense de última generación. Se ha podido establecer que la mujer tenía, cuando murió, entre 61 y 71 años de edad.

Ahora, una vez que la ciencia ha desmitificado a estos personajes que durante siglos la historiografía ha considerado malditos, dejemos a esta mujer descansar en paz.

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