sábado, 8 de octubre de 2011

Noticias de otro mundo




Durante decenas de millones de años no ha dejado de “nevar” en Encélado, una de las lunas de Saturno




fig. 1




fig. 2




fig. 3




fig. 4




fig. 5




fig. 6


Si hay un astro en el Sistema Solar que cautiva e intriga por igual a los planetólogos este es Encélado, uno de los múltiples satélites del planeta Saturno, el “señor de los anillos”. Encélado es conocido desde antes del inicio de la exploración con sondas espaciales. El satélite recibe su nombre por el legendario ser Encélado, uno de los Gigantes de la mitología griega, un humanoide de cien brazos que habitaba bajo el monte Etna.

La característica más sobresaliente del satélite Encélado es que se trata de un mundo geológicamente activo (fig. 1), a pesar de su pequeño tamaño (alrededor de 500 kilómetros). Ya 1981 la sonda Voyager 2 de la Nasa pudo obtener imágenes en alta resolución de su superficie, donde se aprecian regiones con cráteres y áreas lisas que concentran grandes grietas o fisuras. Dado que las regiones lisas apenas contienen cráteres los planetólogos piensan que estas zonas son jóvenes en términos geológicos (menos de 100 millones de años). Algunas de ellas incluso están experimentando ahora mismo una intensa actividad geológica, debido principalmente a la presencia de géiseres criogénicos (de hielo) activos u otro proceso que renueva la superficie de la luna. El suelo glacial de Encélado, blanco como nieve recién caída (fig 3), hace que este mundo tenga un alto albedo (una medida de la tendencia a enfriarse de un astro), el mayor del Sistema Solar, lo que redunda en una extrema temperatura promedio del orden de 193 grados centígrados bajo cero.

Desde hace seis años, la sonda Cassini de la NASA viene proporcionando testimonios gráficos sobre cierta actividad geológica de Encélado. Los más llamativos proceden del hemisferio sur del satélite, donde gigantescos chorros, probablemente de vapor de agua y partículas de hielo cristalizado, brotan en forma de géiseres, incluso en zonas no iluminadas por el Sol (fig. 2). Este hecho indica que el mecanismo que hace disparar los chorros calientes es interno al satélite y no consecuencia de la radiación solar. Otros datos proporcionados por Cassini, como la presencia de sales de sodio en la composición química de loschorros, confieren más fuerza a la hipótesis de la existencia de grandes cantidades de agua líquida salada en el interior de Encélado, o quizás un mar polar entre la capa helada superficial y el interior rocoso. El mecanismo capaz de producir la alta energía interna observada es un misterio y un reto para los investigadores

Además, los surtidores brotan desde grandes grietas y lo hacen a tanta velocidad que salen disparados al Espacio, ya que allí la gravedad es extremadamente baja – aproximadamente solo el 1 por ciento de la de la Tierra -. Ahora, utilizando datos proporcionados por la sonda Cassini, planetólogos del Instituto lunar y de planetas, en Houston (Estados Unidos), y del Instituto Max Planck y la Universidad de Potsdam, en Alemania, han confirmado que esos géiseres tienen un efecto espectacular: una lenta lluvia de cristales de hielo, en forma de polvo superfino, que forman una gruesa capa en la superficie. Según los investigadores, los géiseres de hielo y agua erupcionan a velocidades supersónicas y provocan “nevadas” que se depositan sobre grandes áreas de Encélado (fig. 4). Las diferentes capas de hielo, de un promedio de 100 metros de grosor, según las estimaciones, han ido sepultando la mayor parte de las grietas y cráteres formado un paisaje de pesadilla (figs. 5 y 6).

Lo cierto es que, al parecer, dichas nevadas no serían tales, al menos desde la óptica terrestre, sino más bien precipitaciones parecidas a cencelladas o escarchas. Los investigadores lo creen así porque estiman que el hielo caído en Encélado lo habría hecho en forma de partículas o cristales de polvo superfino, hasta el punto de que en un año el hielo acumulado formaría tan solo una capa extraordinariamente delgada, de menos de una milésima de milímetro de grosor. Para formar los susodichos 100 metros de depósito, según los cálculos, han sido necesarios decenas de millones de años o más de “cencelladas” continuas. Vamos una eternidad para los estándares de la Tierra.


Los investigadores esperan completar su trabajo con nuevas imágenes en alta resolución obtenidas por la sonda Cassini en sus próximos encuentros con Encélado previstos para 2012 y 2015.

Fotos: Paul Schenk/Lunar and Planetary Institute/Nasa

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