sábado, 16 de abril de 2011

¿POR QUÉ OCURRIÓ EL MEGATERREMOTO EN JAPÓN?

Foto 1.- Grabado del artista Hokusai, titulado La ola.

Los japoneses tienen una amplia experiencia con los

tsunamis, que azotan sus costas con frecuencia

Foto 2. - Registro sismográfico del terremoto de Japón

(Mcleans.ca)




Foto 3.- Miles de muertos y desaparecidos (Mcleans.ca)





Foto 4.- El archipiélago de Japón se asienta sobre

un polvorín de movimientos telúricos

sumamente destructivos

Foto 5.- La fosa de Japón, la fuente del

megaterremoto
Foto 6.- El megasismo se originó en el fondo del océano,

al este de la ciudad de Sendai
Foto 7.- Así se extendió el maremoto por el

Pacífico (NOAA)
Foto 8.- Olas gigantes arrasando la costa (BFM TV)
Foto 9.- El maremoto y sus consecuencias


Foto 10.- Mapa de la gravedad de la Tierra obtenido

por el satélite europeo Goce (ESA)
Foto 11.- Los terremotos crean "firmas" en los

datos de la gravedad de la Tierra (ESA)


(clic en las imágenes para ampliar)


Desde que los sismos comenzaron a medirse, estrictamente, solo a partir del siglo XX, el terremoto que el 11 de marzo pasado que azotó Japón pasará a la Historia como uno de los más importantes, y ha servido para recordar al ser humano, una vez más, la impotencia que éste tiene ante la Naturaleza. Luchar contra sus designios no es inútil, pero vencerla parece lejos de las posibilidades del hombre. La Ciencia, aunque avanza en sus investigaciones, es incapaz aún de predecir ni el epicentro ni la magnitud de los movimientos telúricos y poder adoptar así las medidas necesarias con antelación.


Sí se conocen, en cambio, las zonas de la Tierra más sísmicas, en un planeta muy inquieto en su dinámica interna desde sus orígenes. La litosfera o capa superficial de la Tierra sólida se caracterizada por su rigidez. Hay dos clases de litosfera: la oceánica y la continental. Cada una de ellas está fragmentada, como las piezas de un puzzle, en una serie de colosales placas rígidas que se desplazan, lenta pero inexorablemente, sobre el manto terrestre, que es más denso que la litosfera, por eso está debajo Como consecuencia de la dinámica interna, las placas chocan o se meten una debajo de otra. Las fuerzas desencadenas son tan colosales que pueden provocar terribles catástrofes. Ahí está lo dramático del asunto. Es en los bordes de esas placas donde se concentra prácticamente toda actividad sísmica y volcánica del mundo en que vivimos.


Existen placas oceánicas, bajo el mar, cubiertas íntegramente por litosfera oceánica, delgada, y placas mixtas, que son la mayoría, cubiertas en parte por litosfera continental y en parte por litosfera oceánica. El peor escenario de todos ocurre cuando una de las placas se deforma y dobla, con un ángulo pequeño, hacia el interior de la Tierra, introduciéndose por debajo de la otra. El límite viene marcado por la presencia de una fosa oceánica o abisal, una estrecha zanja cada uno de cuyos flancos pertenece a una placa distinta. Generalmente, es la litosfera oceánica, de mayor peso específico, la que se desliza bajo la litosfera continental, menos densa.


Las 1.042 islas que conforman el archipiélago de Japón se sitúan en una zona compleja, geológicamente hablando, a lo largo de cuatro placas tectónicas principales: la placa Norteamericana, la Euroasiática, la placa Pacífica y la placa de Filipinas (ver foto 4). Las dos primeras llevan litosfera con corteza continental y oceánica en superficie y las otras dos sólo tienen corteza oceánica. El archipiélago está situado exactamente junto al borde convergente de dos placas que se deslizan una debajo de otra. La zona de hundimiento de las placas ha originado una fosa oceánica, una profunda zanja conocida como fosa de Japón, que tiene una profundidad máxima de 9.000 metros y se encuentra situada al noreste del archipiélago (foto 6). La placa del Pacífico se mete debajo del archipiélago de Japón en la mencionada fosa, y se hunde en dirección oeste debajo de la placa Euroasiática.


El pasado 11 de marzo, la placa oceánica del Pacífico se desplazó en dirección oeste con respecto a la placa Norteamericana, desencadenándose la tragedia. En esa zona del fondo oceánico (foto 5) se generó un megasismo de magnitud 9,0, de dos minutos duración, que tuvo consecuencias dramáticas para la población nipona. El epicentro se ubicó frente a las costas del norte de Honshu, la isla principal del archipiélago japonés, 130 kilómetros al este de Sendai, la ciudad más castigada por el terremoto. Se le considera el quinto movimiento telúrico más fuerte jamás medido, en el que hasta la fecha han muerto más de 13.000 personas y otras 14.300 permanecen desaparecidas.


Se estima que el megaterremoto desplazó una sección de litosfera oceánica de 500 kilómetros de longitud por 100 kilómetros de ancho. Esa masa de litosfera se trasladó hasta 40 metros en algunos puntos de convergencia de las placas (normalmente la placa del Pacífico se mueve a una velocidad de 8 centímetros anuales).


Según cálculos de los expertos, la monstruosa cantidad de energía liberada por el megasismo fue similar a la explosión de 200 millones de toneladas de dinamita, o equivalente a la potencia desencadenada por 10.000 mil bombas – sin radiactividad - como la que fue arrojada sobre la ciudad de Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial. Por efecto de las titánicas fuerzas desencadenadas, la isla de Honshu (alrededor del 60 por ciento del área total de Japón) se desplazó unos 2,4 metros, según muestran imágenes de satélite tomadas por la NASA, y los cálculos del Servicio Geológico de Estados Unidos. Hasta el eje de rotación de La Tierra se ha visto afectado.


La consecuencia inmediata del megaterromoto de Japón, al igual que en otros seísmos similares, fue la generación de un maremoto (tsunami) devastador, un grupo de olas de gran energía y gran tamaño. La Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos mostró en imágenes cómo el maremoto se extendió por el Pacífico (foto 7). En ellas se aprecia el recorrido y la altura de las olas en su diabólico camino hacia las costas. Ningún rincón del Pacífico pudo salvarse, en mayor o menor medida, del impacto del maremoto. La mayor altura del grupo de olas se registró cerca del epicentro del terremoto, ante Japón. Luego fueron decreciendo a medida que se adentraban en el Pacífico, pero se hicieron más altas de nuevo al acercarse a áreas costeras.



Cada día se saben nuevos aspectos de la influencia del megasismo de Japón. Hay expertos que opinan que habrá modificado la forma de los océanos debido a que los terremotos de gran intensidad crean anomalías, o “firmas” características, en los datos de la gravedad de la Tierra. El satélite Goce, de la Agencia Espacial Europea (ESA), ha creado un mapa de la gravedad de la Tierra con una precisión sin precedentes (fotos 10 y 11). La forma de la Tierra, cuando se tiene en cuenta la gravedad, recuerda a una patata. Si el megaterremoto de Japón ha modificado la topografía oceánica global, esas anomalías habrán quedado reflejadas en los mapas de gravedad obtenidos por el satélite Goce.



En suma, nuevos conocimientos que podrían utilizarse para comprender mejor los procesos que conducen a estos desastres naturales y, en última instancia, ayudar a predecirlos para salvar vidas humanas.

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