A primera vista cuesta imaginar la naturaleza de lo que estamos viendo, pero esa especie de boca con dientes, o algo que lo recuerda, invita a pensar que tiene que ser algo vivo, que precisa comer todos los días. En efecto, estamos contemplando un extraño ser, horroroso por ciento, pero que estuvo vivito y coleando antes de ser capturado. Parece que los alienígenas han descendido a la Tierra para impresionarnos; sin embargo, el “bicho” es real, pero menos temible de lo que aparenta. En realidad, se trata de un gusano, casi tan pequeño como una bacteria, por lo que ha sido necesario un microscopio electrónico para visualizarlo. El equipo del biólogo suizo Philippe Crassous lo ha descubierto a varios miles de metros de profundidad en el océano, donde reinan el frío y la oscuridad perpetuos. El gusano vive y se alimenta junto a unos manantiales que arrojan un fluido hirviente y que parecen comunicados con el mismo infierno. Ni siquiera tiene tracto digestivo, sino colonias de bacterias marinas que proporcionan al animal la materia alimenticia que éste precisa.
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